Hola Voladoras,
Resulta que si un señor como Kávafis te insta a pedir que el camino sea largo
y que llegues a puertos desconocidos con placer y alegría, definitivamente, nosotras seremos buenas y le haremos caso.
Aquel jueves 23 de noviembre comenzó tranquilo, avanzando con movimientos
moderados hacia la noche, que llegaría con una ruptura cerebral total. Kermit
presentaba su último y esperadísimo disco, AUTOFICCIÓN, provocando a las
presentes, una necesidad intensa de autofricción. Como bien dijimos, se nos empujó a partir de
Itaca, dejando bacanales y jolgorios en los que sobra el aceite de untar, para
adentrarnos en esta orgía rockera, postmoderna, barroca y espléndida.
Origami fue el primer movimiento, la primera pequeña muerte.
Aparecieron en el escenario del teatro Echegaray los señores Seguí y Presa con
sus guitarras, Trujillo armado con su bajo y el deseado Parada (no, este no) con su batería y demás artilugios repiqueteantes.
Pliegue a pliegue fueron formando sus figuras sonoras, mezcladas y revueltas con
una sesión variada de videoarte, que se
fue proyectando sobre sus cabezas borradoras creadoras. Como habréis
notado, el rollito freak-geek
nos pone. La mezcla de música bizarra con esa pasión por lo gráfico aturdió,
like the cocaine, a todos los amantes de lo gafapástico que nos reunimos para tal célebre
ocasión, y es que combinar a Blu
con Betty Boop (una de las nuestras), solo se les puede ocurrir a unas pocas y
privilegiadas mentes voladoras sureñas.
Asemejándose a los típicos encontronazos de baño de avión, siguieron los
pertinentes movimientos… de lo suave pasaron al “dale duro mamita” con temas
como Aicnelav, dedicado al lugar de donde provienen los mejores arroces con bogavante y
esa agüita naranjilla embriagadora de la tierra. Hubiera sido un momento ideal para
habernos sacado la petaca del bolsillo y seguir disfrutonas con el tikitikitiki
inicial de Karate, pero somos gente decente … y no lo hicimos.
Durante el fallo típico del equipo de sonido la
pausa, se dieron los oportunos felices agradecimientos. Punto en el que nos
ponemos serias, pues Paco Trujillo también lo hizo en su momento, reivincando
una escuela pública de todos para todos. Todo nuestro apoyo a la causa.
Ahora bien, retomando nuestra calenturienta mentalidad, la duda nos asalta desde entonces… si
tiene el corazoncico tan grande…………………………………….....................................
ahí lo dejamos.
Y como todo lo bueno tiene que acabar, estos guaperas pasaron
a ese punto clave de un buen concierto, el de mimetizarse con sus instrumentos (no me digáis que no habéis pensado lo mismo
que nosotras), dejando atrás versos de una gran Patti Smith o un rebelde
Huysmans y temas de nombre místico como Manu Samhita o Mahabharata. El
concierto-presentación llegó a su fin mientras el público seguía boquiabierto, ojiplático y anacronopético. Había ocurrido, como un salto bomba en el mar verde, la
niña se había puesto su mejor escote y salía de fiesta loca por primera vez en Málaga encandilando
al personal.
Una vez más, gracias Kermit, Itaca RECordar, no nos costará
PD: Hemos de decir que nuestro batería estrella, Álvaro,
siguió agitando a las masas, que le pedían desde las alturas que se quitara los
pantalones (es mentira pero nos hubiera gustado). Y es que un tipo que conoce
la forma perfecta de colocarse un gorro de (post)moderno y es capaz de tocar en
cualquier situación, ya sea una presentación de un disco o el concierto de los
vecinos portugueses que se dejaron a su percusionista arriao en una cuneta del camino, es digno merecedor de nuestro
follable point (guiño, guiño).
Larga vida a las B.V
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